El Emperador nació en el Palacio de Prinsenhof, el cual más adelante sería destruido y actualmente no queda ni rastro de él en la ciudad
Cuando uno oye hablar del pasado español de Gante, no se le vienen a la cabeza grandes hechos o hazañas que aquí se produjeran. No ocurre ninguna acción bélica de especial relevancia en Gante durante el período en que estuvo bajo la soberanía de los Reyes de España, más allá de las habituales conquistas y reconquistas que sufrió la ciudad en el marco de las distintas revueltas de flamencos y holandeses.
Por tanto, en principio no tenía pensado escribir ningún artículo relacionado con Gante y la Historia de España, pues aquí en Bélgica prácticamente bajo cualquier piedra que levantes encuentras un vestigio español, a pesar de lo poco que se ha hecho por mantener ese recuerdo y de lo mucho que probablemente se hizo en su día para intentar eliminar todos los tintes españoles.
En Gante nació Carlos I de España, un personaje de innegable importancia en nuestra historia, y, por tanto, creo que Gante se merece un artículo. Carlos es hijo de Juana de Castilla y Felipe I, es de esta forma nieto por parte materna de los Reyes Católicos (Aragón y Castilla) y por parte paterna de Maximiliano de Austria (emperador del Sacro Imperio Romano Germánico). La sucesión de una serie de muertes, así como los réditos del descubrimiento de América le convertirían en el emperador más poderoso que hubiera existido nunca.
Pero Carlos no se educó en Gante. Cuando apenas tenía un año de edad sus padres, Felipe y Juana, tuvieron que marchar a Castilla para jurar como sucesores de los Reyes Católicos ante las Cortes. Carlos fue criado por su tía Margarita y recibió su educación, entre 1507 y 1515, en Malinas y en Bruselas, junto a sus hermanas Leonor, Isabel y María.
Carlos nació en el Palacio de Prinsenhof, el cual más adelante sería destruido y actualmente no queda ni rastro de él en la ciudad. Con estos datos, me voy a Gante a ver qué puedo encontrar de aquella época. No tengo muchas esperanzas de encontrar huellas españolas; además voy con un grupo numeroso de amigos, algunos de los cuales son extranjeros y lógicamente no tienen mucho interés en saber la relación que hubo entre España y Bélgica siglos atrás.
De nuevo viajo en tren, pero en esta ocasión la estación se encuentra algo alejada del centro de la ciudad y es necesario andar unos quince minutos para llegar hasta allí. Conforme uno se aproxima, se va dando cuenta de la belleza de la ciudad a la que llega. Hay mucha gente por las calles y pronto desaparecen los coches dando lugar a un amplio centro peatonal. Los edificios cada vez son más antiguos, aunque bien acondicionados, y de hecho leo en algún sitio que es la ciudad belga con mayor número de edificios históricos.
En la Edad Media, Gante tuvo más importancia que Londres y otras capitales europeas, pero paradójicamente la decadencia de la ciudad comenzó con el dominio español. España, pionera en muchos campos, no siempre llevó el progreso a todas partes; su necesidad de mantener por la vía de las armas esta plaza hizo que Gante perdiera parte de su esplendor.
La importancia económica y comercial de Gante se vio muy mermada al bloquearse el canal que llevaba al mar del norte. Además, muchos protestantes y comerciantes abandonan la ciudad y se marcharon principalmente a Holanda.
A pesar de que ya no exista el Palacio donde nació el emperador, en la ciudad merece la pena visitar otro castillo, el de los condes de Flandes (o Gravensteen). El castillo data de finales del siglo XII y se encuentra prácticamente en el centro de la ciudad. La edificación es espectacular y está rodeada de un foso. No obstante andamos con el presupuesto ajustado y la mayoría no visitamos su interior, el cual sin duda sería muy recomendable.
En mi opinión, el castillo está excesivamente restaurado y eso le da cierto aire de artificialidad que nos aleja del pasado que tuvo. También es visita obligada el campanario de la ciudad; tras subir por una pequeña escalera de caracol, desde arriba se obtienen unas magníficas vistas de la ciudad y, además, es posible visitar una curiosa exposición de campanas.
Asimismo, merece la pena visitar la iglesia de san Nicolás, los muelles de la ciudad o perderse por los callejones que rodean el centro de Gante. También es posible concertar una visita al ayuntamiento, obra espectacular en la que se combina el gótico con el estilo renacentista. Cabe recordar que en el empedrado de las principales calles que unen estos monumentos fue realizado por españoles en el siglo XVIII.
Pero, si hay una visita imprescindible para seguir las huellas españolas, esta es la de la catedral de san Bavon. San Bavon fue un caballero franco, converso a la religión católica y que actualmente se venera también en la iglesia ortodoxa. La construcción es muy grande y espectacular, alberga numerosas obras de arte y destaca el políptico de "La Adoración del Cordero Místico". Además, en esta Catedral fue bautizado Carlos V en 1500.
Precisamente, el emperador sería uno de los principales defensores de la fe católica en una época marcada por las reformas protestantes, originadas tras la publicación de las 95 tesis de Martín Lutero y que dio lugar a las posteriores luchas religiosas, que en parte fueron las causantes de que España sufriera una sucesión de rebeliones en las provincias de Flandes.
Por otra parte, también se observan restos españoles en la sillería del coro y la cátedra del obispo de Gante, ya que las mismas están hechas con caoba procedente de Cádiz. Pero Gante también es conocida por otros hechos que marcaron la Historia de España en estas regiones, en concreto aquí se llevó a cabo la pacificación de Gante.
Tenemos que dejar el inicio del siglo XVI y pasar del reinado de Carlos V al de su hijo Felipe II. En 1575, durante la guerra de los ochenta años (comentada en artículos anteriores), España mantenía cierto control sobre el desarrollo de la guerra. Pero la segunda bancarrota del reinado de Felipe II provocó un retraso importante en las pagas de los soldados de los tercios de los Países Bajos. Esto fue el detonante de una rebelión y posterior saqueo de la ciudad de Amberes.
Tras lo cual, las provincias del sur, hasta entonces leales al Rey, acordaron una tregua con las del norte para buscar la paz con España. Recordemos que Juan de Austria acababa de ser nombrado gobernador, y no tuvo más remedio que aceptar el acuerdo. Sin embargo, éste incluía la salida de las tropas españolas de Flandes y, no contentos con eso, los holandeses dirigidos por Guillermo d'Orange ningunearon la autoridad de don Juan y provocaron el retorno de los tercios a la zona. En 1579, los territorios católicos del sur reconocieron de nuevo la autoridad real.
Hoy en día, cada una de las salas del Ayuntamiento de Gante tiene un nombre relacionado con la historia de la ciudad. En una de ellas se firmó la pacificación en 1576. En realidad la pacificación no hubiese sido tan mala solución, pues otorgaba cierta tolerancia religiosa y garantizando la fidelidad hacia el Rey de España por parte de los gobernantes locales.
En cualquier caso, las numerosas artimañas de Orange, así como la inflexible defensa de la religión católica por parte de España no permitieron que la pacificación de Gante llegase a buen puerto.
Por otro lado, Gante fue uno de los destinos finales del Camino Español, el famoso corredor entre Italia y los Países Bajos, por el cual llegaban las tropas que con tanto esfuerzo, recursos y dinero España enviaba a estas provincias de la Monarquía. Junto a Brujas, Bruselas o Amberes, Gante era una de las ciudades principales del norte, y además sus canales le permitían gozar de una importante red de comunicaciones.
No pude visitarla, pero pude leer que en la ciudad aún hay una vieja abadía (que lleva también el nombre de san Bavon) y que aún se conoce como el cuartel de los españoles (es conveniente preguntar en la oficina de turismo si se quiere visitar, ya que al parecer solo abre los fines de semana).
Se cuenta que, tras su conversión, san Bavon residió en este monasterio y de ahí que posteriormente se tomara su nombre. En 1540, después de que los ganteses se negaran a ayudarle a enfrentarse a Francia, Carlos V toma la decisión de convertir la abadía en un cuartel, que posteriormente serviría para albergar a las tropas españolas que llegaban a Flandes. Por este motivo la calle que alberga la abadía todavía se llama Spanjardstraat.
El llamado castillo de los españoles sirvió durante siglos también como cementerio de los que, venidos de Andalucía, Cataluña, Vizcaya o Galicia, murieron luchando en estas tierras tras realizar un viaje largo y fatigoso, dando su vida en algunos casos convencidos del ideal por el que luchaban (curioso que una vez hubiese ideales en España), o bien simplemente intentando sobrevivir en una sociedad cruel y dura como era la del siglo XVI en Europa.
* Visita personal a la ciudad
* Una pica en Flandes: la epopeya del camino español, de Fernando Martínez Laínez
* Tercios de España: la infantería legendaria, de Fernando Martínez Laínez
* Carlos V en Cervantes Virtual
* Flandes.net, Rutas españolas
* Buendiatours, historia de Gante
* Mcbiografía de Carlos V
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