La huella española en Flandes

El sitio de Maastricht, el sangriento ensayo antes de la gran obra de Farnesio

El general español calibró en esta ciudad holandesa, a costa de grandes bajas y gastos en recursos, lo que años después pondría en práctica en lo que sería su gran obra militar: la conquista de Amberes

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El sitio de Maastricht
Twittear Autor: Guillermo Vergara

Maastricht, denominada en castellano antiguo como Mastrique, no es en la actualidad una de las ciudades más importantes de los Países Bajos, sin embargo probablemente sí que se trate de una de las más conocidas. Pese a no ser una de las urbes más grandes de Holanda, es una de las que más afluencia de turistas recibe; esto se debe en parte a que se trata de la ciudad más al sur de los Países Bajos y a su lejanía con respecto a las grandes ciudades del país.

Además, su situación intermedia entre Alemania y Bélgica ha generado en Maastricht una identidad propia y característica diferente a las de otras áreas de los Países Bajos. Pero, sobre todo, Maastricht es conocida porque en 1992 se firmó aquí el TUE (Tratado de la Unión Europea), denominado también como Tratado de Maastricht.

La importancia de este tratado es fundamental para entender la realidad actual de la Unión, pues con él se pone fin a la CEE y se inicia la unión política y económica del continente, dotando de mayor legitimidad a las instituciones europeas y desarrollando una política exterior y de seguridad común. Sin profundizar más en este tema, cualquier estudiante o profesional relacionado con el Derecho conocerá probablemente de la importancia de este tratado.

Como en tantas otras ciudades europeas, lo primero que se observa al salir de la estación de ferrocarril es un mar inmenso de bicicletas estacionadas, de gran utilidad para moverse por las ciudades llanas de Europa, como es el caso de Maastricht. Para llegar al centro de la ciudad es necesario atravesar el río Mosa, que divide a la ciudad en dos riberas.

Don Juan de Austria, acorralado

Maastricht es de las ciudades más antiguas de Holanda, y paseando por sus calles se observan numerosas iglesias, murallas, casas señoriales y plazas que se entremezclan con modernos comercios y mercados. Destacan la Basílica de San Servacio (obispo que llevó el cristianismo a esta zona de Europa), así como otros monumentos curiosos. Uno de ellos es una antigua iglesia reconvertida hoy en librería debido en parte a la crisis de espiritualidad que sufre el país.

Don Juan de AustriaDon Juan de Austria

Sin embargo, la situación en Maastricht en el siglo XVI distaba mucho de la actual, pues al igual que en muchas partes del mundo, aquí también estaba España y por ende sus tercios.

En 1576, reinando en España Felipe II, fallece Luis de Requesens, gobernador desde 1573 de los Países Bajos holandeses, que Felipe II heredó de su padre Carlos I para la monarquía hispánica. Recordemos, que desde 1568 se desarrollaba la que se conocería como Guerra de los 80 años o de Flandes.

Tras la muerte de Luis de Requesens, se nombra desde España como nuevo gobernador a Don Juan de Austria. Mientras que Juan de Austria se dirigía a Bruselas, los Estados Generales de las provincias de los Países Bajos acordaron la Pacificación de Gante, por la que aceptarían una paz con España.

En enero de 1577, Don Juan de Austria se vio obligado, sin el dinero ni las tropas necesarias para proseguir la guerra, a aceptar ese acuerdo, en el que entre otras condiciones se incluía la salida de las tropas españolas de los Países Bajos y que Guillermo d’Orange actuaría como jefe de gobierno junto al tutor nombrado por el Rey. De esta forma, los tercios españoles abandonaron los Países Bajos regresando a Italia. Pero poco tardaron los holandeses en rebelarse contra Juan de Austria, que refugiado en Luxemburgo (también perteneciente a la Corona), se vio obligado a volver a llamar a las tropas de Italia.

Quién sabe si ese hubiese sido el momento para que España abandonase para siempre los Países Bajos y dedicase sus esfuerzos bélicos a conservar las posesiones italianas, en lugar de intentar seguir imponiéndolo a la fuerza a comerciantes holandeses y príncipes protestantes. Nunca lo sabremos, porque el Imperio español decidió quedarse hasta las últimas consecuencias. Por el momento, en los Países Bajos quedaron tropas valonas; no obstante, los tercios españoles podían asemejarse a tropas de élite en el siglo XVI y su presencia era vital para el desarrollo de cualquier contienda, de ahí la llamada de Don Juan de Austria.

Al comenzar el gobierno de Don Juan de Austria no llegaban a tres las provincias leales a la Corona, de las 17 que conformaban por aquel entonces los Países Bajos. Además, como casi siempre, los rebeldes contaban con el apoyo de potencias extranjeras (obviamente, hablamos de Inglaterra y Francia). Así pues, con este panorama, las tropas españolas regresan a Flandes, en este caso bajo el mando de otra de las grandes figuras de la España de la época, Alejandro Farnesio.

Doble asalto a Maastricht el 1 de Abril de 1579
Doble asalto a Maastricht el 1 de Abril de 1579

Poco antes de empezar el año de 1578, los tercios españoles ya estaban de vuelta en Flandes. Al principio las tropas de Farnesio toman de manera rápida y relativamente fácil una gran cantidad de ciudades que estaban en manos rebeldes, destacando las conquistas de Namur, Lovaina o Philipeville. Consiguieron, de esta forma, dar la vuelta a una situación crítica.

1578 fue un buen año para las tropas hispánicas, pues supuso la recuperación rápida de gran parte de las posesiones flamencas y holandesas, pero el año acabaría con la muerte de Don Juan, que fue sucedido por Farnesio, Príncipe de Parma, como capitán general. Pronto se fijó Alejandro Farnesio en la villa holandesa de Maastricht y en 1579 se produciría el asedio de la misma.

Farnesio se pone a la cabeza del asalto

Maastricht tenía una importancia vital. Suponía la puerta de entrada a la ayuda que recibían los rebeldes desde Alemania, desde donde desestabilizaban con sus incursiones al fiel obispado de Lieja (Liège), que siempre se mantuvo al lado de los intereses españoles. Por ello era necesario que pasara a control español cuanto antes.

Como pieza clave en las guerras de Flandes, el mismo Lope de Vega reflejaría el asedio de Maastricht en su tragicomedia “El asalto de Mastrique por el Príncipe de Parma”. El mismo Lope, con su estilo característico, se refiere a las penurias que sufrían los soldados en Flandes:

"¡Oh guerra, soberbia, altiva, sangrienta, homicida y fea! ¡Que viva un cura mil años / entre el frasco y el pernil / y que aquí un soldado vil / muera por reinos extraños!".

Tras nuevas victorias en Bélgica (Kerpen, Erclers y las proximidades de Amberes), Farnesio se dirige hacia Maastricht, donde montan el primer campamento el 8 de marzo de 1579. Las tropas españolas cortan las comunicaciones a través del Mosa, y comienzan a construirse fortines, trincheras y fosos cerca de las partes más débiles de las murallas de la villa, que defendían algo más de 4000 hombres, mandados por el francés Sebastien Tapino, al que asistía el capitán español renegado Manzano.

Como era habitual, en el asedio se produjo una cruenta guerra de minas y contraminas, que tenían por objetivo la voladura de las murallas de la ciudad. Cada uno de los tercios mandados por Don Hernando de Toledo, Lope de Figueroa y Francisco Valdés (únicos tres tercios de españoles en Flandes), y las banderas borgoñonas, valonas y alemanas tuvieron un papel muy activo y determinante a lo largo de todo el sitio, en las diferentes operaciones que se desarrollaron.

Algunas imágenes actuales de la ciudad de Ostende (Bélgica)
Vista de la ciudad de Maastricht en la actualidad

El 7 de abril, tras avanzar en los trabajos de trincheras y cegar parte del foso, se inicia el asalto definitivo a la ciudad. Así pues, se prepara a las tropas para el asalto general y como era habitual se repartieron los hospitales y los capellanes entre las trincheras. Sin embargo, este primer intento de asalto general fracasó, principalmente gracias al buen hacer de los sitiados.

Después de este primer asalto, las municiones españolas se habían visto muy mermadas y Farnesio decidió construir una plataforma de tierra desde la que batir las fortificaciones interiores. Por su parte, los rebeldes habían construido un nuevo foso y habían reforzado la seguridad interior de la ciudad. Así, la resistencia de los defensores hizo necesaria la construcción de torres fortificadas por los atacantes españoles.

Totalmente aislada la ciudad, al haber renunciado Guillermo d’Orange a acudir en su ayuda ante la imposibilidad de socorrerla, se produjo el asalto definitivo el día 28 de junio con Farnesio recién recuperado de una enfermedad.

Motivados en parte por la tenaz resistencia de los sitiados, y por los meses que llevaban sin cobrar su paga, las tropas hispánicas se lanzaron contra la ciudad. Tras la entrada de los sitiadores, Tapino pensó que aún podía defenderla y ordenó trasladar las riquezas y los soldados a la otra parte del río, cruzando el puente de piedra que separaba en dos la ciudad. Tapino mandó levantar el puente para defenderse mejor, y en su huida los soldados locales se tropezaban entre ellos, cayendo muchos al suelo y al río ante la imposibilidad de protegerse.

Alejandro FarnesioAlejandro Farnesio

Mientras los españoles acometían la persecución, protagonizaron algunos de los episodios menos enorgullecedores de las guerras de Flandes al entregarse al saqueo y a una matanza que se saldó con miles de muertos (las fuentes difieren con respecto a la cantidad exacta).

A pesar de los intentos de rendición de Tapino, las tropas españolas tomaron a la fuerza la plaza, pues solo así estaba admitido el saqueo. Tapino salvó la vida refugiándose en una iglesia y se obtuvo rescate por él. Por su parte, Manzano fue ejecutado por traidor prácticamente al momento.

Por parte de los ejércitos reales murieron unos 2500 hombres entre españoles y de otras naciones. A pesar de ser un número elevado, el ingenio de Farnesio y las importantes obras de ingeniería desarrolladas durante el asedio limitaron las bajas españolas.

Sin embargo, después de tan grandes esfuerzos Maastricht solo permanecería en manos españolas durante 53 años, pues en 1632, y prácticamente sin resistencia, los holandeses recuperarían la ciudad definitivamente. Los tercios comenzaban a mostrar síntomas de su decadencia y el socorro a la villa fue un desastre total. Aun así, la guerra continuaría hasta 1648, con la independencia definitiva de las Provincias Unidas.

Fuentes:

* Visita personal a la ciudad el 4 de octubre de 2015
* Diversos blogs y páginas webs

El artículo no pretende detallar con detalle lo que ocurrió en Maastricht en 1579, simplemente facilitar la puesta en conocimiento de estos hechos de la Historia de España a quienes los desconocieran previamente.
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